Estuvimos allí, hace veinte años, y seguramente vosotros también. Fue un hito histórico, solo comparable al estreno de la primera película de Star Wars. Fue el día que "El Señor de los Anillos" cobró vida en la pantalla grande, algo que muchos habíamos soñado durante toda la vida. Sí, estaba la genial película de Bakshi, con su mezcla de animación e imagen real, pero a todos nos supo a obra inacabada... La promesa de no una, sino tres películas en las que veríamos en carne y hueso a Frodo, Sam, Trancos, Gandalf y el resto de la peña, incluyendo todo el mundo de Tolkien, con sus trolls, orcos y ese espectacular Balrog. Las expectativas estaban muy altas, pero Peter Jackson logró superarlas.
Al margen de que los seguidores de Tolkien viéramos algún fallo aquí o allá, esa primera película tuvo algo mágico. Era el comienzo de algo, de un proyecto enorme y lleno de ilusión. Todavía recordamos que el día que fuimos a verla lo hicimos en tren, y estaba nevando (y yo llevaba una figurita de Gandalf de plomo, de las que se usaban en los wargames). Luego vendrían "El Hobbit", y un montón, toneladas, de merchandising, y series en vista, y... Sí, el universo de Tolkien nunca estuvo más vivo, pero aquella primera película fue algo especial. Parece mentira que hayan pasado veinte años... Nos hace sentir un poco Bilbo, sentado a la puerta de Bolsón Cerrado, rememorando ese fantástico viaje que tuvo la suerte de vivir. Nuestros padres pueden decir que estuvieron en la cola de "Una Nueva Esperanza", pero nosotros podemos decir que estuvimos en la de "La Compañía del Anillo".
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