Saltándonos varias décadas por todo el morro, llegamos a la actualidad, donde la palabra "friki" ha cambiado de significado. Tanto, que a veces es difícil concretar exactamente a qué se refiere. Es una de esas cosas que resultan difíciles de definir, pero que todo el mundo reconoce cuando la tiene delante. Por ejemplo, todos estaremos de acuerdo en que esto
no es friki. Te puede gustar más o menos, pero si estás leyendo un blog con estas pintas no es lo que esperas encontrar. Sin embargo, cuando ves esto
el indicador de frikismo revienta, y es posible que una parte de tu cerebro se declare dispuesta a dar un golpe de estado con tal de ver algo así. Sí, presientes que se trata de una película totalmente infumable (y tendrás toda la razón) pero aún así, sabes que es esa clase de producciones cinco grados por debajo de la serie Z que poseen cierto tipo de horrorosa y cutre belleza.
Y es que una característica que comparten la mayoría de los frikis es que son capaces de disfrutar tanto de la espectacular calidad de un Batman de Frank Miller como de un bodrio palomitero como "El ataque de los tomates asesinos". El friki es un ser alegre, dispuesto a reír y reírse de sí mismo, y al que no le importa que otros no lo comprendan. En el fondo, sabe que su forma alegre de ver el mundo fortalece su sistema inmunitario y que eso le otorga ventaja evolutiva frente a todos esos insípidos que no saben apreciar la belleza de un buen funko.
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